RETO: Cada día, una artesanía! DÍA 16 (Editado y finalizado)

Buenas tardes!

A veces acompaño mis artesanías con una imagen en la cual está basada. Esta vez será un poco diferente, porque como ya he escrito por ahí alguna vez, me encanta la mitología y en ella tengo mis iconos. La artesanía de hoy está inspirada en Ariadna, os enseño mi broche y para los que no conozcáis su historia, os haré una aproximación lo más breve que me sea posible.


Empecemos nuestro relato presentando al Minotauro. Monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro. Hijo de Pásifae, esposa de Minos, rey cretense, y un toro que Poseidón había enviado a Creta. El rey, muy avergonzado por el nacimiento de tal monstruo del vientre de su reina, mandó que el arquitecto Dédalo construyera para él el laberinto, un palacio donde encerró al Minotauro lejos de su vergüenza.

El pueblo había empezado a mostrar su descontento, ya que Minos elegía a los jóvenes que caerían victimas del Minotauro y exigía que fueran desarmados. Estos inocentes no tenían posibilidades de salvación, pues se perdían en la laberíntica construcción y vagaban por ella durante días, desfallecidos. Cuando el toro los encontraba ya sin fuerzas, los despedazaba.

Teseo decidió ser uno de los siete jóvenes que servirían de alimento al Minotauro, con el objeto ocultar un arma y aniquilarlo. Avanzaba el barco hacia Creta con sus velas negras desplegadas. Egeo, su padre, lo había equipado también con velas blancas por si el regreso fuera exitoso. Esta sería la señal de la buena nueva antes de anclar en puerto.

Teseo llegó a Creta y fue llevado junto a los otros jóvenes al laberinto. Ariadna, la hija de Minos, se enamoró de él y antes de que el joven entrara en el palacio del Minotauro, le dio un ovillo de hilo y le aconsejó que atara un extremo a la salida del laberinto y que lo desenvolviera conforme avanzara para no perder su camino. El laberinto, gracias a Ariadna, ha perdido su secreto para el héroe.

Los caminos del laberinto son oscuros y tortuosos. Él recorre espacios vacíos, donde la sorpresa puede surgir a cada momento. En sus manos lleva el ovillo, que va desenrollando poco a poco.

En un rincón oscuro, un cuerpo humano terminando en cabeza de toro se esconde. Siente que le quema el rostro el calor de las fauces jadeantes. El Minotauro, sediento de sangre, lo embiste.
Teseo resiste. Los cuerpos unidos ruedan por el suelo. El Minotauro, finalmente es herido por el puñal que Teseo escondía.

Olvidado en el suelo estaba el ovillo. Con gesto cansado y lento Teseo lo recoge y camina siguiendo el trazo del hilo. Pronto encuentra la claridad de las antorchas. Ariadna le pide que cumpla su promesa de llevarla con él, como su mujer, a Atenas y parten de Creta antes de que la sospecha brotase en la mirada atenta de Minos.

La embarcación navega serenamente. Flota en la noche y lleva consigo a los dos enamorados.

En el transcurso del viaje e imaginando un recibimiento a la altura de su hazaña, Teseo cambía de parecer y mientras estaba dormida, abandona a Ariadna en una isla.

Los viajeros, entusiasmados con el regreso, olvidaron cambiar las velas negras por las blancas de la alegría. El infeliz Egeo, padre de Teseo, divisa el barco a lo lejos y viendo que tenia enarbolado el negro velamen, dio por segura la muerte de su hijo y se arrojó al mar, que desde entonces se denomina Mar Egeo. (Toda traición en la mitología griega conlleva algún tipo de sacrificio como castigo...)

Al despertar de su sueño la princesa cretense buscó a su amado entre las rocas y a lo largo de las playas. Lo llama y sólo el eco contesta. Al no recibir respuesta rompió
a llorar desesperadamente. Afrodita que desde el Olimpo vio su desconsuelo, se compadeció de su infortunio y partió para Naxos. Enjugó sus lágrimas tiernamente y le prometió un esposo inmortal. Este dios fue Dioniso.

En efecto, tan pronto como el dios desembarcó en su isla predilecta, vio a Ariadna y se enamoró de ella. Como regalo de bodas recibió de su marido una corona de oro incrustada de piedras preciosas, tan envidiable por su belleza como por su valor.

Sin embargo, el matrimonio con un dios no le concedió la inmortalidad y un día Ariadna, viejecita y cansada, partió para el reino de las sombras. Dionisio, inconsolable, tomó su corona y la arrojó hacía el cielo. A medida que la joya ganaba altura, las piedras se tornaban más y más brillantes, hasta que se trasformaron en estrellas. Fijada para siempre en lo alto del firmamento bajo la forma de una centelleante constelación, la corona de Ariadna testimoniaría para siempre, ante mortales e inmortales, el inmenso amor de Dionisio hacia la hermosa princesa cretense.

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Es la figura de Ariadna como antiheroína desdichada la que más me atrae (al estilo de Medusa, Medea, Lady of Shalott, Ofelia… y tantas y tantas mujeres mitológicas en una u otra forma), pero también como personificación de la inteligencia femenina, sin la que el rudo héroe habría fracasado en su intento y a la que debe su hazaña. Ariadna, en una época en que la relevancia de una mujer mortal se limita a ser buena esposa, es la heroína en la sombra, que como otras tantas, es silenciada y obviada por la vanidad masculina, personificada en Teseo.

He estado gran parte de la mañana preparando esta historia (reescribiéndola tras rescatarla de mi Space de Windows, en el que ponía extractos literarios que me gustaban. Creo que hace más de 5 años que no lo actualizo...) Está sacado un poco de mis apuntes de facultad, un poco del libro de mitología de Robert Graves, un poco de la Metamorfosis de Ovidio, otro poco de internet y el resto, si queda algo aparte de ordenarlo todo para que tenga sentido y quede claro, ya es cosa mía...
Os he hecho esperar pero al final, he cumplido... uff! Tenía cierta responsabilidad puesta en este broche porque junto con Medusa, es mi personaje favorito, es el nick que uso en otros lugares y si en un futuro llego a tener una niña, éste será su nombre...

Un beso y hasta mañana!

PRECIO: 12€ (INCLUYE BREVE RELATO MITOLÓGICO)